Pide madre castigo para violador de su hija
Manuel Quevedo Pérez, de 34 años de edad, originario de Sinaloa. Se hizo pasar por pastor de una iglesia y abusó de la niña de diez años
“Solo quiero que reciba el castigo que merece… “, dijo Martha cuando se enteró que el violador de su hija estaba detenido en Mazatlán, Sinaloa, se hacía pasar por Pastor y ahora se le acusa de violencia intrafamiliar, homicidio, fraude y robo, claro, también de varios secuestros y violaciones a niñas de entre diez y doce años de edad, que cometió en diferentes Estados.
En Diciembre, la familia de Martha vivía feliz y tranquila, tienen tres hijos, dos niños y Carla; en la noche del día 17, su vecina Verónica Leyva, le insistió hasta convencerla de darle permiso a la niña para que las acompañara a cenar hamburguesas.
“Yo no quería dejarla ir, se me hacía hasta raro que la invitara, pero luego de mucha insistencia mi esposo y yo decidimos que fuera un rato, iban las hijas de Verónica, mi vecina, son Cristianos y su papá es Pastor… “, dijo en sus declaraciones.
Horas antes, Martha había tenido hospitalizado a su niño, lo dieron de alta y en el trayecto su vecina no dejó de llamarle al celular, le dijo que tenía una sorpresa, las llamadas fueron insistentes y al llegar estaba un hombre que nunca había visto y Verónica se lo presentó como si fueran familiares: “Ya le hablé de ti, le dije que eres una gran mujer, nos va a ayudar mucho, trae planes de conseguir becas para los niños y de que pasen una muy feliz Navidad”.
Eran casi las ocho de la noche cuando se fueron a cenar hamburguesas, Carla tenía permiso de dos horas nada más.
“Vi el reloj y empecé a desesperarme, la niña nunca se nos despega y se me hacían eternos los minutos; a las 10:15 fui a la casa de Verónica y le grité desde afuera, se paró en la puerta y me dijo que aún no volvían, que ya no tardaban y que tuviera confianza.
Esa tranquilidad con la que me dijo que su amigo, Manuel, se había llevado sólo a las niñas hizo que estallara en desesperación, de inmediato le pedí el número de teléfono para llamarle pero dijo que no lo tenía, le reclamé porque ella no había ido, por qué no me avisó, pero no me respondió nada.
“Apenas habían pasado unos minutos cuando llegó Carmen, otra vecina, dijo que traía a las niñas y sentí alivio, vi que abrían las puertas del carro y bajó una, luego otra, pero la mía no… empecé a llorar porque presentí que algo pasaba, les pregunté por ella y dijeron que el hombre las bajó en la puerta del restaurante y a ella se la llevó para comprarle dulces y regalos pero no volvieron, por eso buscaron como regresar y se encontraron a Carmen.
Los segundos se hicieron horas, corrí por las calles buscándola, mi esposo fue a las Garitas para reportarlo porque supuestamente es estadounidense, pero ni Verónica ni su papá nos dieron datos precisos, era poco lo que sabíamos de él.
No sé cuánto tiempo pasó ni quiero recordarlo, sólo sé que le daba los datos de mi hija a los Policías, que llegaron cuando una persona me dijo que una niña corría como loca por la calle principal de la Colosio, no escuché más, me fui a buscarla gritando su nombre hasta que la encontré; ella estaba con la mirada perdida y lloraba histérica, creo que no sabía ni a donde iba, cuando me reconoció dijo: “me hizo daño”.
Después supe que cuando él bajó a las hijas de Verónica en el restaurante, le dijo a mi niña que lo acompañara a comprar unos regalos, pero se la llevó a un mercado y buscó una cobija, ella la escogió y sin soltarla de la mano, entraron y salieron; la Policía ahora tiene imágenes de ese y otros lugares a donde fueron; los investigadores pudieron ver las cámaras de seguridad en donde se mira que no la deja sola ni un instante.
En el carro le decía que tal vez la cobija sería su último descanso, que viviría ahí y que jamás volvería a ver a su familia; el miedo hizo que Carla decidiera obedecerlo en todo, abusó de ella y a pesar de que le dijo que la mataría, cambió de opinión, la llevó a la colonia y la dejó en un lugar solitario, muy lejos de su casa.
Antes de bajarla le pidió que no lo denunciara, pero la niña, al sentirse libre, corrió sin rumbo fijo, iba de un lado a otro sin parar de llorar, así fue como la encontró una mujer y la reportó.
“Esos momentos han sido los más difíciles de mi vida; ver a mi hija destrozada emocionalmente y luego mirar que se escondía, que se volvió callada y se negaba a salir, a ir a la escuela, a convivir, creo que no se compara con nada; he tenido que ser más fuerte que ella para que no vea mi sufrimiento; es apenas una niña de diez años y aunque su vida ha cambiado totalmente, estamos buscando la forma de que poco a poco recobre su paz y su tranquilidad.
La denuncia quedó interpuesta en la Agencia del Ministerio Público, pero no había nombre, no había datos, ni características del vehículo que manejaba, por eso exigió que tanto Verónica como Fidel, su papá, fueran a declarar, ellos lo tenían en su iglesia y debían saber en dónde pudiera estar.
Afortunadamente las autoridades lograron saber el nombre: Manuel Quevedo Pérez, de 34 años de edad… originario de Sinaloa.
Fue hasta el 14 de Enero cuando el Periódico “El Debate”, de Culiacán, Sinaloa, publicó que el mismo hombre estaba detenido acusado de secuestrar y violar a otra niña, también de diez años de edad; se la llevó con mentiras cuando prometía ayuda a varias familias de un pueblo; la secuestró y durante tres días abusó de ella; cuando la rescataron, la menor oraba hincada frente a un catre pidiendo por su vida…Tenía golpes en la cabeza que le ocasionó su agresor con las cachas de una pistola; a muchos les dijo que era su hija y aseguraba ser Pastor de una Iglesia Cristiana.
Ahora, las autoridades de justicia en Sonora han enviado el expediente de Carla para que a través de un exhorto, el caso sea tomado en cuenta al momento de la sentencia de Quevedo Pérez, mientras tanto, en la colonia Luis Donaldo Colosio, el Pastor Daniel Leyva y su hija Verónica, se dicen inocentes.
Entrevistado afuera de su Iglesia, Daniel dijo que desafortunadamente las cosas resultaron de esta forma pero ni él ni su hija tienen responsabilidad porque no sabían que el ahora detenido pudiera cometer ese delito.
“En realidad las cosas fueron muy rápidas, yo no estaba cuando Manuel vino a mi casa, hacía mucho tiempo que no lo veía, lo conocí cuando él estaba detenido en el Cereso hace algunos años, si yo hubiera estado aquí, jamás se hubiera llevado a las niñas porque sé bien qué clase de persona es”, subrayó.
Mientras tanto, Verónica, quien dijo haber bajado diez kilos de peso debido a las preocupaciones después de que pasaron las cosas, enfatizó haber sido burlada por el sujeto, quien se aprovechó de la confianza y la necesidad.
“Vino como dicen, vestido con piel de oveja, me siento muy triste y desesperada por todo esto, pero en verdad soy inocente; yo sé que le di permiso de llevarse a las niñas y no debí haberlo hecho, pero jamás me imaginé que haría algo así, pido perdón a la familia porque están sufriendo mucho”, expuso.
Finalmente, Martha sólo espera que las autoridades de justicia actúen lo más rápido posible y que el señalado pague por el delito que cometió, pero también exige que tanto Verónica como su padre, sean también castigados, ella por permitir que se llevara a la niña y él por lo que resulte, ya que aún cuando sabía que no era Pastor, no lo desmintió, al contrario, abrió las puertas de su casa para que entrara con mucha confianza y una vez más cometió el mismo delito que hace varios años y por el cual había estado preso, violación sexual en contra de una menor…
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